lunes, 14 de enero de 2013

Mis planes para el verano

Final de junio y con él las deseosas vacaciones de verano. Atrás quedaron los deberes y los exámenes; y la lista de cosas por hacer durante tres meses comienza a elaborarse casi sin darnos cuenta. Pasar todo el tiempo posible con los amigos, modelar castillos de arena en la playa o darse el primer baño. Los más aventureros pueden abrirse al mundo  con una corta experiencia en el extranjero o saltando de vagón en vagón en un viaje de Interrail, los más hogareños simplemente disfrutan y descansan de eso que llaman “obligaciones” tumbados en el sofá de casa o bajo una sombrilla. Todas ellas son opciones muy cotizadas. No obstante, para algunas personas existe un plan alternativo: irse de campamento.

Mi historia comienza cuando yo era un “mico”. Llegué sin conocer a nadie, con una camiseta que perfectamente podría haber sido un camisón, una maleta llena de ilusión y una sonrisa de oreja a oreja. Tenía tan solo seis años y estaba ante mi primer campamento; al que también llegaban los chavales de Canarias, Sevilla y Don Benito. No me importó que todos fueran mayores que yo porque en seguida, todos y cada uno de ellos, me acogieron… Y la llama de esta gran familia se hizo un hueco en ese pequeño corazón. Bastaron unos días, muy pocos,  para que mi meta fuese llegar a ser MONITOR, a pesar de que para ello tuvieran que pasar algunos años más.

Con el mismo paso del tiempo mucha gente se quedó en el camino, otros, en cambio, siguieron. Y es que cuando uno se hace “mayor” le surgen otros planes para esa segunda quincena de julio que cobran más importancia. No fue mi caso, pues el mío seguía siendo montarme en el autobús,  dispuesto a pasar 15 días mágicos como un miembro más de la familia claretiana.

Segovia, Zamora, León, Soria y Salamanca son algunos de los destinos a los que más de una vez hemos retornado. Si te soy sincero querido amigo, son sólo dos semanas en las que los días se te pasan volando, pero las experiencias, las historias, las risas que surgen son innumerables… tanto es así que la AMISTAD que se forja es muy sólida. No importa la distancia que te separe de esas personas, porque forman ya parte de tu vida y no pasa un día en el que no te acuerdes de ellas. Quien sabe de esto entiende a qué me refiero…

Y en un abrir y cerrar de ojos, de repente te das cuenta que ya no sólo no eres el más chico del campamento sino que además estás en tu último año de acampado. Cuando esto llegue, sencillamente, ¡aprovecha! Quizás tras este verano a muchos no los vuelvas a ver  probablemente en mucho tiempo, pues llega el momento de pegar un gran salto para seguir formándote como animador. Y créeme, esta etapa, que dura únicamente tres años, volverá a pasar demasiado rápido. En ella aprenderás el verdadero sentido del SERVICIO, de ayudar sin esperar nada a cambio, donde la SONRISA de regreso por tu trabajo será tu mejor salario. La amistad será aún más férrea ya que con tus compañeros vivirás multitud de anécdotas dignas de ser recordadas. No creo poder resumir este período en una frase, mas tal vez estas palabras te ayuden a comprender un poco de qué va esto del servicio y de ser parte de la familia del Claret: “El turista exige, el peregrino agradece”. ¿Qué tipo de persona eres o quieres ser?  Te dejo que reflexiones sobre ello.

Objetivo conseguido. Ya no eres un chaval de cuarto de primaria al que le hacen sonreír, ahora eres tú el que fabrica esas sonrisas, eres el modelo a seguir por decenas de niños, eres MONITOR. Nuevas anécdotas y nuevas vivencias, amistad para toda una vida, créeme. Pero también un enorme trabajo entre bastidores para la gran función que acontecerá durante otros 15 días; que para no variar, vuelan a una velocidad de vértigo. Cuando te das cuenta, las maletas están hechas, las tiendas recogidas y rumbo a casa estás haciendo planes para el próximo año.


Es posible que muchos de los que te rodean piensen que “ya es hora de dejar el campamento”. La vida no son eternas acampadas y existen otros planes, es cierto que hay que empezar a echarle cuenta a cosas diferentes con miras a tu futuro. Probablemente en todo ello exista una gran verdad, sin embargo, formarse como persona es también muy importante. Tal vez a muchos se les escape que entre juegos y noches de fuego uno aprende que los problemas no son tan grandes cuando te das a los demás. Hay cosas que sólo se descubren a través del servicio y de la sonrisa de los más pequeños y lograr ambas cosas es más sencillo de lo que uno imagina, gracias también a la figura de Cristo.

Sé que todo tiene un principio y un final. Tengo 19 años y, después de 13, no entiendo un verano sin mi plan de ir a un campamento Claret. Pero llegará el momento en que mi etapa termine y querré que me reemplaces como creador de sonrisas. No importa de dónde seas ni qué estudias porque en tus manos también está el ser y hacer feliz, el transmitir valores cristianos a las nuevas generaciones con las que se sustentará nuestro futuro.  

No te prometo dormir bien ni tener las mayores comodidades del mundo, pero sí te garantizo dos semanas que no querrás que terminen jamás.

Un abrazo, compañero.

                                                                                                                  Alfonso Carrasco Gómez 


3 comentarios:

Unknown dijo...

¡¡Enhorabuena Alfonso!!, me siento totalmente reflejado en esas líneas. Tengo 28 años y todavía me acuerdo todos los 17 julio del campamento. Disfruta, te quedan 3 o 4 años de campamentos llenos de risas y anécdotas. Después pasarás a la vieja guardia y con un ¨refresquito¨ recordarás tu amado campamento.
Un abrazo y gracias por mantener vivo este espíritu, que nunca se acabará.

Fran-Cisco dijo...

Increíble, se le llenan los ojos de lágrimas a cualquiera.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Soy madre de tres niños y aunque yo no fui al Claret, si lo hizo mi marido, el cual guarda unos recuerdos inolvidables y sobre todo de los campamentos. Es por eso por lo que he entrado en esta página para informarme y me ha parecido precioso lo que has escrito, vamos que me están entrando ganas de irme hasta yo...Me alegro mucho de haya jovenes tan implicados en los valores cristianos y que disfruten tanto con ello. Sin duda intentaré que mis hijos vivan esos momentos tan bonitos que cuentas. Un abrazo.